Drogodependientes- Población reclusa

 

Una característica del estilo de vida del drogodependiente tiene que ver con el déficit en el desarrollo de HHSS, bien porque algunos nunca las han adquirido o por la incapacidad de ponerlas en práctica dada su situación (Becoña, 2003).

 

Dentro de las características de personalidad, la vulnerabilidad psicológica que presentan, afecta a diferentes aspectos relevantes como la impulsividad, la búsqueda de sensaciones o los estados de ánimo disfóricos, entre otras (Echeburúa, 1994, 1999; Graña, 1994, Caballo, 1995). Además, su forma de pensar, suele caracterizarse por una distorsión de la realidad, una capacidad cada vez más reducida para hacer frente a las emociones negativas y un empobrecimiento de las estrategias de afrontamiento, llegando a convertirse la droga, en la única vía posible para hacer frente a las situaciones que pueden generarle alguna fuente de estrés (Echeburúa, 1999).

 

El Entrenamiento en Habilidades Sociales es un conjunto de técnicas cuya aplicación se orienta a la adquisición de aquellas habilidades que permitan a los sujetos mantener interacciones sociales satisfactorias en su ámbito real de actuación. La consecución de este objetivo implica que el sujeto adquiera y domine todos los componentes de las HHSS y sea capaz de reproducirlos, tras analizar las características de la situación, en momentos y ambientes diferentes de forma espontánea (Gil y García, 1993, 2008).

 

Diversos autores relacionados con la investigación e intervención en drogodependencias, como Gil (1984); Echeburúa (1994); Graña (1994); Becoña (2003); Secades- Villa, García-Rodríguez, Fernández-Hermida y Carballo (2007), entre otros, recomiendan la integración en los programas de tratamiento, del EHS como elemento terapéutico fundamental.

 

Se ha argumentado que las habilidades de asertividad y afrontamiento pueden contribuir a mejorar la resistencia a la presión ante el consumo de drogas por parte del grupo de iguales (Botvin, 2000). Además, Caballo (1987,2000), señala la importancia en la intervención de no descuidar los procesos cognitivos, como son las creencias falsas,las atribuciones a factores externos, las expectativas de autoeficacia o la solución de problemas entre otros, ya que sin la inclusión de estos elementos, los procesos de mejora son menos eficaces y duraderos.

 

Es extensa la evidencia científica sobre la eficacia de los programas de EHS y de afrontamiento, sobre todo en el caso del alcohol y otras drogas ilegales (Echeburúa,1994, 1999; Graña, 1994; Luengo et cols., 2004; Sánchez-Hervás et cols., 2004; Fernández Miranda, 2007; Secades-Villa et cols., 2007; Terán Prieto, 2008). Varias revisiones y meta-análisis muestran que el EHS es superior a otros tratamientos o al no tratamiento, y que incrementa la efectividad de las intervenciones cuando forma parte de programas más amplios (Miller et al., 1995; Secades-Villa et cols, 2007).

 

En estudios realizados con grupos de alcohólicos en tratamiento (Chaney et al., 1978; Longabaugh et al., 1991), los resultados mostraron que el grupo en el que se establecía el EHS obtenía mejoras significativas en comparación con los grupos control.

 

Algunos programas desarrollados con drogodependientes en los que se incluye el EHS, evidencian que tras el programa, los drogodependientes aumentaron su ajuste social y consiguieron mantener relaciones interpersonales que les permitieron hacer frente a las situaciones de riesgo relacionadas con el consumo (Ross y Fabiano, 1985; Platt y Hermalin ,1989; González, 1990; Graña, 1994).

 

También son significativos los resultados encontrados en la intervención con drogodependientes que participan en programas de EHS en centros de atención ambulatorios, comunidades terapéuticas y centros de día, en el aumento de sus competencias sociales y en la mejora de su calidad de vida (Caballo, 1993; Echeburúa, 1994; Graña, 1994; Terán Prieto, 2008), y en los llevados a cabo en instituciones penitenciarias y con exreclusos, viéndose favorecido su proceso de adaptación personal y social tras la aplicación del mismo (Compadre, 1987; Rodríguez y Paino, 1993).

 

Además, en distintas publicaciones (Becoña, 2006; Sussman y Ames, 2008) se incluye el EHS como uno de los programas que proporciona mejores resultados en la prevención de drogodependencias.

 

Como hemos visto, la falta o inadecuación de HHSS constituye un factor de riesgo para el desarrollo y mantenimiento de conductas relacionadas con el consumo de drogas, siendo el EHB un factor protector que ayuda a adquirir una buena competencia social y un adecuado autocontrol en las situaciones de riesgo.